jueves, 31 de mayo de 2012

Al otro lado del tejado

Estábamos durmiendo cuando comencé a escuchar ruidos en el tejado. Me levanté mientras ella seguía durmiendo. Pude notar como alguien corría y saltaba sobre las tejas. Me acerqué a una de las claraboyas con cuidado para intentar ver algo más pero sentí como si alguien, al otro lado, estuviera haciendo lo mismo. Me entró mucho miedo, dí unos pasos hacia atrás y aparté la vista de la ventana. Mi mirada se posó sobre un espejo de la habitación que reflejaba justamente la claraboya. A través del espejo pude ver como me observaba un chico al otro lado y cómo él se percataba de que podía verle. Entonces empecé a recordar que unos años atrás yo hacía lo mismo, subía a los tejados por la noche, jugaba entre las tejas y asustaba a los inquilinos. De repente, las nubes se apartaron y la luz de la luna fue suficiente para ver su cara con nitidez: descubrí que la única persona que había en el espejo, al otro lado del tejado, era yo, más joven y más salvaje. Ella siguió durmiendo.

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