domingo, 27 de enero de 2013

El canto del gallo

 La ventana (se) quedó abierta y
el gallo de cristal cantó a medianoche
una vez más.
El frío le obligó a ahuyar
para no sentirse sólo.

 La escarcha empezó a cubrir la vieja cuchara.
Una de las copas se servirá
pero no se beberá.
El borde de cristal ardía
aunque enfriase hace mucho.

 La luna llena ocupó el asiento que quedó vacío.
En su silencio aún pudo oirse el reptar de la serpiente
que se marcha.
Su mordisco seco brilla y palpita.
Duele y cura. Ya no sangra.

martes, 4 de diciembre de 2012

Una estrella fugaz

Acabábamos de llegar a la suite del hotel, casi de madrugada, y aunque estuviéramos muertos de sueño, decidimos salir un rato a la terraza para ver las estrellas antes de acostarnos. Casi sin darnos cuenta, como una estrella fugaz, vimos caer un avión en medio del mar, muy cerca de la costa. De hecho, al impactar con el agua, vimos perfectamente la explosión y como gran parte de la cola sobresalía sobre la superficie, sin llegar a hundirse. Comenzó a amanecer y el cielo cambió de color en seguida, como si el tiempo se hubiera acelerado por arte de magia. Decidimos acercarnos a la playa por si podíamos ser de alguna ayuda. Fuimos los primeros en llegar a la playa  y me atrevería a decir que también fuimos los únicos en ver el accidente. De pronto y bajo nuestro más absoluto asombro, empezaron a emerger personas que parecían salir de lo que quedaba de avión, vivas, o al menos en movimiento. A medida que iban acercándose a la orilla, pudimos observar que todos ellos tenían una especie de alas blancas en la espalda, como si de un desfile de ángeles se tratase, nadaban y saltaban sobre el agua muy gracilmente. Cuando se acercaron a la orilla, la gente que se había percatado del suceso, ya formaba un gran tumulto y todos estaban tan atónitos como nosotros. Yo, que me mantuve en primera fila, fui el primero en entrar en contacto con esa gente, con aquellos seres: me tendieron la mano, como si quisieran que les acompañase en su baño, en su danza. Ninguno de ellos llegó a salir del agua. Miré por un instante hacia atrás, a todos los que no teníamos alas, y decidí dar un paso al frente, tomar la mano de uno de ellos y acompañarles. En cuanto mi pie desnudo tocó el agua, sentí que había tomado la decisión equivocada. La playa era mucho más profunda de lo que en principio parecía. Al dar el primer paso, ya no era capaz de hacer pie, y los seres alados, que sobre la superficie parecían gráciles y ligeros, bajo ella se tornaban sombríos y pesados, macabramente hinchados; como si fueran ahogados. Empezaron a rodearme con sus saltos y chapoteos sobre el agua, impidiendo que me mantuviese a flote por lo que, irremediablemente, comencé a hundirme. Bajo el agua, la escena era aún más horrible de lo que había podido entrever: al abrir los ojos descubrí que todos esos ángeles no eran otra cosa que decenas de muertos que se dirigían hacia el fondo, como si cada uno pesase una tonelada. Yo intenté zafarme de su trayectoría y nadar hacia la superficie, pero había demasiados y cada vez me hundía más. Los empujaba, me agarraba a ellos y los dejaba atrás, todo con tal de volver a respirar. Luché y luché hasta el punto en que sentía que me iba a desmayar, y cuando ya creía que estaba todo perdido, volví a la superficie dándo la mayor bocanada de aire que había dado en mi vida. Otra vez arriba, ni rastro de los ángeles, sólo el Sol, ya muy alto en el cielo, bañándome la cara.

jueves, 31 de mayo de 2012

Al otro lado del tejado

Estábamos durmiendo cuando comencé a escuchar ruidos en el tejado. Me levanté mientras ella seguía durmiendo. Pude notar como alguien corría y saltaba sobre las tejas. Me acerqué a una de las claraboyas con cuidado para intentar ver algo más pero sentí como si alguien, al otro lado, estuviera haciendo lo mismo. Me entró mucho miedo, dí unos pasos hacia atrás y aparté la vista de la ventana. Mi mirada se posó sobre un espejo de la habitación que reflejaba justamente la claraboya. A través del espejo pude ver como me observaba un chico al otro lado y cómo él se percataba de que podía verle. Entonces empecé a recordar que unos años atrás yo hacía lo mismo, subía a los tejados por la noche, jugaba entre las tejas y asustaba a los inquilinos. De repente, las nubes se apartaron y la luz de la luna fue suficiente para ver su cara con nitidez: descubrí que la única persona que había en el espejo, al otro lado del tejado, era yo, más joven y más salvaje. Ella siguió durmiendo.

martes, 29 de mayo de 2012

lunes, 7 de mayo de 2012

Primer encuentro con Schatten Schwarz (Continuación)

Schatten Schwarz: La primera imagen fue el Sol, simplemente.
Jürgen Aröo: La Luz más pura y cegadora. Para ver hay que quedarse ciego. Y el que ya lo es, el que no tiene nada, parte con ventaja.


S.S: ¿A quién cree que puede ir dirigido este mensaje?
J.A: Desahuciados, todo aquel con un terrible balance a sus espaldas, outsiders, incomprendidos y denostados, luchadores, perdedores, animales, derrotados, orgullosos, perdidos, cansados fajadores, abandonados, a los corazones salvajes y a los desarraigados de verdad, a todos aquellos que no pueden, no quieren o no saben pertenecer a ningún colectivo. Sólo a ellos va dirigido.


S.S: ¿Los últimos serán los primeros?
J.A: No. Ese no es el juego. Esto no trata de mejores ni peores, ni es un método de autoayuda. Sobrevivir como logro. Dignidad como objetivo. Para todo el mundo. A día de hoy, los héroes, los románticos, los protagonistas, están entre los que he nombrado. No quiero tener nada que ver con lo que a día de hoy, desde la perspectiva occidental primermundista, está asociado al éxito.


S.S: Continue...
J.A: Ya existe un mundo bien, muy bien, montado para esos que llama primeros basándose sólo en factores de éxito muy constreñidos a nuestra perspectiva específica. Tan bien montado que se han perdido en él y han hecho que el resto se pierda con ellos. Mejor dicho, que ese resto se sienta o se les considere perdidos. Ahora esos primeros quieren que desaparezca todo lo que creen que les impide ver ese camino que ya no saben seguir. Esto es una guerra de supervivencia, pero no es una supervivencia en la que unos se impongan sobre los otros, sino de que unos puedan vivir a pesar de los otros, como hacen las bacterias.


S.S: Sabiendo, como explica, que nuestro mundo funciona movido por intereses comerciales, económicos, publicitarios... ¿No teme que este mensaje se pudiera aprovechar para captar nuevos "clientes" atraídos por lo que pueda parecer una nueva corriente de pensamiento, e incluso estética? Es decir, ¿que el mensaje se convierta en el manifiesto de otra tribu urbana que engrose la ya inclasificable lista existente?
J.A: Creo que ese juicio es excesivamente optimista, mis pretensiones son mucho más mesuradas, hasta el punto de no tener ninguna. Vuelvo a repetir que mi mensaje queda al margen de factores comerciales, económicos, estéticos... Tan sólo atiende a necesidades vitales primarias, como es el derecho a desarrollar una vida digna de principio a fin, sin estar sometido a convenciones que poco o nada tengan que ver con la naturaleza del ser humano como un miembro más del organismo único al que llamamos universo y por el cual hemos perdido todo el respeto
En cualquier caso, y sin que sirva de precedente, entendido como una relación colaborativa más, si una corporación se interesase de alguna manera por apoyar la difusión de este mensaje de optimismo y colaboración, yo estaría encantado, a pesar de que eso supusiera un aprovechamiento comercial por parte de dicha corporación. Es una manera de decir que el fin justifica los medios, pero es que para ganar esta guerra no se puede prescindir de armas que el enemigo no duda en utilizar indiscriminadamente. ¿Eso sería venderse o no ser íntegro? Para los que están del otro lado es muy fácil llegar a esas conclusiones precisamente porque el mundo funciona como ellos quieren. Esto se trata precisamente de conseguir que deje de funcionar así. Cuando eso se consiga podremos hablar de integridad.

S.S: Ya acabamos. ¿Quiere lanzar un último mensaje?
J.A: Tan sólo quiero recordar a quién pueda leer esto, que su mano derecha se constituye no sólo de lo mismo que su mano izquierda, también la mano de su vecino y la del político que gobierna; la del asesino que hunde el cuchillo en el cuerpo de otro hombre y del que hace estallar la bomba para inmolarse. La garra del oso y la pata del ratón; el pico del águila, las escamas de la serpiente, la corteza del olmo, la mierda de nuestro perro... de Todo eso está hecha nuestra Piel.

S.S: Gracias. Y hasta la próxima.
J.A: Hasta la próxima.

miércoles, 11 de abril de 2012

Primer encuentro con Schatten Schwarz

Schatten Schwarz: ¿Quién es? ¿Qué es? ¿Qué es esto?
Jürgen Aröo: Intento ser hijo y hermano, sobre todo. Busco convertirme en chamán urbano. Para mí esto no es más que un exorcismo contra mis propios miedos.


S.S: ¿Chamán urbano?
J.A: No es un concepto que me agrade demasiado. Busque chamán y busque urbano en el diccionario de la RAE. Simple conjunción, algo similar a cómo los anglosajones crean algunos de sus términos.


S.S: Entonces, ¿qué ofrece este rincón?
J.A: Tan sólo es una terrible profecía, como las que formulamos las personas a diario sin darnos cuenta. El chamán pasa toda una vida buscando convertirse en lo que puede llegar a ser, sin ser nada durante el camino. En este proceso, puede incluso perder la vida, pero si eso ocurre no tiene nada de chamánico. Durante esa transformación, el no-chamán desvela algunos secretos, herramientas útiles para él y para aquellos que toman su mano.


S.S: ¿Estamos hablando de magia o de madurez?
J.A: Es fácil caer en las trampas del lenguaje. No hay nada más manido que el mito de "Ulises" y la importancia de su "viaje". Aquí Ítaca sí es lo importante, si no, no hay nada. Tampoco magia.


S.S: ¿Y cree que la labor del chamán es necesaria en un contexto urbano/científico?
J.A: La labor del chamán es crear desvelos. Destapar secretos. Creemos que en un contexto post urbano/científico como el nuestro la luz inunda todo. Cualquiera tiene acceso a todo el conocimiento con sólo mirarlo porque está a la luz, a simple vista. Sin embargo, acostumbrarse a la luz ciega tanto como la oscuridad. El acceso a cierto conocimiento nos es negado precisamente ofreciéndosenos de un millón de formas y colores. Para aprehender determinados conocimientos hoy día, es necesario interrumpir la visión, aunque sólo sea por un momento, ya sea mediante la introspección o de manera externa. El chamán se sacrifica para provocar esa "visual disruption" en los que le rodean porque en este momento es necesario arrojar algo de oscuridad para poder Ver.


S.S: Suena un poco apocalíptico...
J.A: Y usted suena constreñidamente occidental. Conceptos como el blanco o el negro, la luz o la sombra, no son iguales para todas las (mal llamadas) "culturas". El trasfondo es el de la colaboración y eso no tiene nada de apocalíptico.


S.S: Y aquí el concepto de colaboración. ¿Qué papel juega la colaboración en todo este proceso?
J.A: La colaboración lo es todo. El ser humano ha pasado demasiado tiempo compitiendo y eso nos está llevando al borde de la destrucción como especie, como pieza de este engranaje cósmico. Hemos llegado a creernos la pieza clave y tal ingenuidad pudo llegar a tener su encanto, pero ahora hace peligrar nuestra supervivencia. La colaboración porta un mensaje de optimismo, mientras que la competencia sólo tiende a la catástrofe, por eso el discurso no tiene nada que ver con el apocalipsis.



S.S: Volvamos a este espacio. Antes vimos imágenes, vídeos... ahora ya no queda ni rastro de ellas y sólo ha sobrevivdo el texto. ¿Qué ha ocurrido?
J.A: Las imágenes se olvidan o en el mejor de los casos se re-recuerdan. De ahí proviene su poder, de su capacidad de mentir. Nadie mira de la misma forma ni ve lo que el resto. La imagen es poderosa por su inmediatez, impacta su novedad; pero la vista, como el resto de nuestros sentidos, se agota. Y es ahí cuando empieza a trabajar nuestro sistema de re-recordar. Si una imagen sigue estando ahí, fija e inamovible, no permite que este sistema tan necesario se ponga en marcha.


(Continuará)

lunes, 9 de abril de 2012

La esperanza del soldado desahuciado


Siendo consciente, despierto, ¿a quién le han escocido tristezas, ha padecido quebrantos o ha degustado placeres tan intensos como en sueños? De día, jamás fui cegado por semejante fulgor. Caminando, nunca tropecé con un hoyo tan profundo. Jamás abrí puertas como esa. A la luz, no hay vísceras suficientes para agarrar el pomo de puertas como aquella. Despierto, es imposible mirar a la cara de un rostro tan desfigurado como el de la verdad. Ha de ser entre tinieblas, desconcertado, como se accede a tales abismos, como se descubren tales tesoros. Como el que tapa la herida del soldado desahuciado, nuestra consciencia pone un trapo sobre los desgarros más horribles. Rápido se torna rojo, pues la sangre termina traspasando y empapando cualquier cosa mientras uno vive, mientras ésta fluye. Y es esa precisamente la última esperanza del soldado. Si cala el trapo, es que sigue aquí. Si un sueño te destroza de tristeza, es porque sigues teniendo opción. Opción de soñar. Opción de oler. Opción de abatir a otro enemigo o de ver firmada la paz. Incluso opción de rendirte. En cualquier caso, ¿es necesario acceder a tales desvelos para continuar? Tan rotundo y cristalino como que si uno se desangra es porque su sangre aún está caliente. Tan obvio y pueril como que si uno se muere es porque está vivo.

Y ese Olor volvió. Y me dio igual su cara. Ese Olor volvió y no importaba de quién. Ese Olor volvió y dije Sí y dije No. Este Olor volvió tan sólo unas horas después de aquel Dolor. Ahora que sé cómo huele, sólo me queda seguir el rastro ya que sólo una letra gorda y perezosa nos separa. Y es que no hay velo, no hay trapo, que pueda ocultar el Olor de la sangre.